La reputación empresarial se ha convertido en los últimos años en una tendencia de innovación en cuanto a estrategia de negocio se refiere, por la importancia que le dan los clientes a este elemento de valor. Sin lugar a duda, los riesgos reputacionales hoy son al menos tan grandes como los riesgos estratégicos, operacionales, y financieros. De hecho, de acuerdo con una encuesta realizada por Deloitte a más de 300 ejecutivos a nivel directivo en todo el mundo, el 87% calificó al riesgo de reputación como más importante que otros riesgos estratégicos.
El cumplimiento ayuda a mitigar el problema del riesgo de la reputación, sin embargo, las acciones tomadas por las empresas resultan muy costosas, pues el enfoque siempre es basado en las normas y los reglamentos, asimismo en la alta inversión de sistemas de seguridad que garanticen reducir al mínimo los diferentes esquemas de fraude.
Las normas, los reglamentos, así como los sistemas de seguridad son medidas necesarias para reducir los problemas de fraude, sin embargo, existen otros elementos que ayudan a mitigar el riesgo de la falta de ética en las empresas y por ende su reputación.
Uno de esos elementos y que resulta mucho menos costoso, es invertir tiempo y esfuerzo en desarrollar una cultura organizacional basada en la ética y los valores. Hacer una intervención a lo largo de la organización para concientizar sobre los valores y crear las bases y fundamentos a través del ejemplo de los líderes de la empresa.
Ese desarrollo cultural basado en la ética y los valores se puede lograr trabajando arduamente en los procesos internos de las organizaciones, donde toda acción sea filtrada siempre por el harnero de la ética.
Muchas son las acciones que se pueden realizar internamente para lograr que su organización refleje hacia el exterior, transparencia y buena reputación. Una empresa es en realidad, en primer lugar, lo que piensan sus colaboradores de ella y luego lo que piensan sus clientes. Empleados fieles y éticos harán que su empresa proyecte una imagen de respeto, admiración y fidelidad hacia sus clientes, proveedores, socios y accionistas.
Cuando los empleados se sienten valorados e integrados en el trabajo estarán felices, irán cada día con energías renovadas e interés por conseguir mejoras para su compañía, sintiéndose identificados con su éxito. Esta satisfacción se traduce en una mayor productividad, rendimiento y en un trabajo más eficiente y creativo, ya que no tendrán otras preocupaciones que le impidan la máxima atención y dedicación.
Entre las acciones de relevancia que mitigan la falta de ética en las empresas en toda su estructura puedo mencionar las siguientes:
Los ocho puntos anteriores ayudarán a materializar una cultura de ética transversal en toda la organización, haciendo que los colaboradores actúen por convicción, basados en la motivación interna y no por motivación externa, sin una conducta determinada por el temor a las consecuencias.
Es importante que nos importe la intención de nuestros colaboradores, no solamente su conducta, ya que la conducta tiende a ser permanente y consistente a largo plazo cuando actúan bajo la ética y los valores, sin embargo, con el cumplimiento la conducta tiende a cambiar en cuanto se pierde el temor o cuando cambian las consecuencias.
La ética tiene un enfoque positivo, que es el deber ser, sin embargo, el cumplimiento tiene un enfoque negativo, lo que no se puede hacer. Asimismo, la ética permite discernir y elegir entre lo correcto y lo incorrecto, pero con el cumplimiento no hay oportunidad de elección ya que se debe hacer lo que está establecido.
La ética no requiere de sistemas de monitoreo y supervisión sin embargo el cumplimiento requiere de evidencias. Asimismo, la ética es económica y garantiza el cumplimiento a diferencia del cumplimiento que es muy costoso y no garantiza la ética.
La ética debe convertirse en un activo esencial e indiscutible para las empresas de este tiempo, no sólo por obligación sino por convicción.
Se han realizado gran variedad de estudios sobre los valores éticos en las organizaciones y los mismos afirman que los colaboradores que se encuentran en entornos laborables favorables y que cuentan con una buena base ética, consiguen no sólo una motivación intrínseca y un desempeño extraordinario en sus funciones, sino que, además, se involucran mucho más en las empresas, renunciando a una perspectiva individualista, trabajando a favor de todo el equipo, convirtiéndose así en un escudo de defensa de la estrategia corporativa. Las normas éticas deben ser plantadas como una herramienta de valor para la mejorar la competitividad, innovación y confianza en todas las organizaciones.